
Cuándo se produce el famoso síndrome del príncipe destronado. Cuando llega el momento de la verdad, el recién nacido hace su puesta en escena. Somos uno más en la familia y llega el momento de presentar al nuevo miembro al resto de la familia, ¿cómo lo hacemos? ¿Será bienvenido? ¿Tendremos que armarnos de paciencia? Hay muchas preguntas cuando se aumenta la familia. El mayor temor de muchos padres es vivir el síndrome del príncipe destronado. Hoy hablaremos de este síndrome, del momento de presentar en la familia al nuevo miembro. Las reacciones de los que hasta hacía unas horas eran los «peques» de la casa y hoy son ya los «hermanos mayores». Todo un acontecimiento.
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El síndrome del príncipe destronado
Ante el nacimiento de un hermano, se puede producir lo que conocemos como síndrome del príncipe destronado. Los famosos celos hacen acto de presencia. Es evidente que un nuevo miembro de la familia, cambia las cosas y las dinámicas del grupo familiar. Algo de lo más notorio es el tiempo, el tiempo que antes dedicábamos a la familia se tiene que repartir con uno más. Y ese uno más pide más atención y requiere más tiempo que el resto. Cuando en una familia solo había un menor, es él el que más va a notar ese cambio en el tiempo de dedicación. De ser el centro sobre el que pivotaba la vida de la familia, verá como él mismo es parte de los que rotan alrededor del hermano menor. Es un cambio que a muchos menores se les puede atragantar.
Este proceso de celos es algo que debemos ver los adultos con normalidad. La inseguridad ante un cambio de escenario, es parte del proceso de maduración de los menores. Adaptarse a los cambios nos resulta difícil de adultos, así que de niños no puede serlo menos. Habría que intentar manejar tanto el antes, como el durante. Preparar al menor ante la posibilidad cierta del cambio de rol, de ser el peque de la casa a ser el hermano mayor. Sin abrumar, pero haciendo ver lo importante qué es para su hermano, y lo que nos va a ayudar al resto de la familia. La ventaja que supone tener alguien con quien compartir juegos y espacio.
La preparación de la llegada
Cuando los celos pueden aparecer, tendremos que estar atentos a leer las señales. No todos los niños demuestran ese estado de la misma manera. Algunos se quejarán y estarán refunfuñando todo el tiempo. Otros tendrán molestias físicas, ojo serán en algunos casos reales, como el dolor de barriga e incluso vómitos. Otros empezarán a mojar la cama por la noches, la enuresis. Otros se tornarán extremadamente sensibles, tendrán la lagrima a flor de piel. Otros tendrán el NO por delante, volverán a un lenguaje más infantil. En definitivas cuentas, cada niño es un mundo y expresará lo que siente de distintas formas. Deberemos hacer una lectura correcta y reconocer que detrás de esos «toques de atención» están los celos al hermano pequeño.
Afrontando el problema
El asunto principal es cómo afrontar el síndrome del príncipe destronado, cómo lidiar con esta nueva situación. Como siempre os decimos, no existe la formula mágica. No hay un sistema modelo que nos sirva a todos. Así que todo lo que os proponemos son líneas de actuación, algunas podréis seguirlas, otras deberéis amoldarlas a vuestra situación especifica. Algo que sirve para afrontar todas las relaciones humanas, es la empatía. La capacidad de ponerse en la piel del otro. Debemos darnos cuenta de que el niño está sufriendo, es posible que desde nuestra visión de adultos no entendamos que tenga razones para estar así. En ese caso recordar desde dónde vemos nosotros las cosas, nuestra visión es distinta. Siguiendo lo que hablamos de la escucha activa, bajemos a su punto de vista.
No podemos en ningún caso regañar o enfadarnos porque el niño muestre sus celos. Hablemos con él, escuchando lo que tiene que decir, a su altura. Si en el antes, hemos ido preparando al niño para la llegada del hermano, tendremos mucho recorrido iniciado. Volveremos a recordar los cuentos que nos sirvieron para hablarle de las ventajas de tener un hermano pequeño. Volveremos a visionar esas fotos de él de bebé, para que vea que el pasó por esa fase y ya es un niño mayor. Porque en el antes debemos fijar que los bebés requieren cuidados, que él los tuvo en su momento. Que su hermano los va a requerir ahora, y él puede sernos de gran ayuda.
Los miedos irracionales
Un miedo de los niños irracional que los niños empiezan a tener, es que les vamos a retirar nuestro amor. Ellos no entienden del todo que el amor por los hijos es incondicional, que dura toda nuestra vida. Están en un momento de la vida que precisan más de demostraciones, no les basta con saber que el amor de los padres está ahí, siempre. Un modo de volver a poner al hermano mayor en el centro, es que los padres, juntos o por separado busquen ratos de estar con él. Empezar una actividad en la que él sea el centro, sin el hermano. Hacerle ver que es muy importante y que se le quiere mucho.
Bien sería deseable no meter en la vida del niño más factores que alteren su vida. Nos explicamos, nada de cambios de Colegios que puedan asimilar a la llegada del hermano. Ni cambio de casas, barrio o población, tened en cuenta que irremediablemente lo va a asimilar a la llegada del hermano pequeño.
La convivencia de los hermanos
Si desde el primer día intentamos «no hacer» algunas cosas que no ayudan a la convivencia entre hermanos, mejor que mejor. Cosas como «comparar» constantemente a uno con otro. Las comparaciones no son buenas, y menos para crear competencia entre ellos. ¿Deben competir para algo los hermanos? ¿Cuál es el premio? ¿Qué pasa con el que pierde? Porque es así, en la competición unos ganan y otros pierden, eso en una familia no puede ser sano. Cada niño es único, cada ser humano lo es, esa es la grandeza nuestra individualidad.
Hay que procurar que los hermanos aprendan a compartir, a que la vida en sociedad tiene mucho de cooperación. Tareas repartidas, el mayor alguna responsabilidad, por pequeña que sea, respecto del pequeño. No solo hay que fomentar estas actitudes, se deben elogiar, dejar bien claro lo bien que hacen las cosas. Al mayor habrá que recordarle, o hacerle ver las ventajas de su posición. Esos privilegios que ostenta por el hecho de ser mayor.
El papel de las visitas
¿Las visitas?, ¿qué pintan las visitas en todo ésto? Esperad un poco, es fácil de explicar. La llegada de un nuevo hermano a la familia, trae consigo un episodio llamativo. Las visitas no paran de pasar por casa. Amigos y familiares en un devenir constante, esa es una «anomalía» que el hermano mayor observa. Antes no venían tanto por casa, claro ahora vienen a ver al pequeño. El papel de las visitas puede sernos beneficioso a la hora de afrontar el síndrome del príncipe destronado. Debemos aleccionar a nuestros amigos y familia, a que deben prestar atención al hermano mayor. Que deben hablar con él, jugar con él, porque lo cierto es que de los dos el consciente de todo es él. Y en esos momentos es el que más atención y cariño precisa. Porque es nuestro Príncipe destronado y requiere atenciones.