Mucho se dice sobre amamantar: unos dicen que lo mejor es amamantar hasta los seis meses, otros hasta el primer año, y hay algunos que incluso se atreven a decir que hay que darle pecho al niño hasta la edad de 5 años. O hasta que el bebé o la madre así lo deseen, dejando todas las teorías y estudios médicos al criterio individual de cada madre o de su núcleo familiar.
Todo es muy incierto cuando se trata de este tema, en especial cuando las madres se hacen eco de los mitos populares que pasan de generación en generación por bisabuelas y abuelas. Muchos especialistas, no solo en pediatría sino también en psicología, tienen distintas opiniones sobre este asunto y parece que no se puede llegar a un acuerdo con respecto a hasta qué edad es beneficioso o incluso apropiado amamantar a nuestros hijos.
De acuerdo con las investigaciones hechas por la Organización Mundial de la Salud, las madres deben de alimentar a sus bebés de forma exclusiva con leche materna durante los primeros seis meses de vida, y a partir de esa edad darles alimentos que complementen el amamantado, como purés de frutas y vegetables, leche formulada o papillas a base de cereales para bebés, hasta que cumplan dos años, sin destetar al bebé hasta ese entonces.
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Uno de los factores que más preocupan a las madres en lo que respecta al destete tardío de los bebés es la dependencia que estos pueden desarrollar a la leche materna, llevando a los niños mostrarse demandantes en ocasiones y gruñones si no se les da pecho en el momento que ellos así lo quieran. Llegando al punto de incluso hacer rabietas y demostrar actitudes agresivas tanto en público como en privado, lo que afecta psicológicamente a la madre y las lleva a destetar al lactante lo más rápido posible.
Otro factor determinante durante la lactancia es la cultura del país en donde se resida al momento de iniciarla: las madres se verán en situaciones incómodas al momento de amamantar a sus pequeños en lugares públicos como centros comerciales, transportes públicos o parques, ya que en muchas sociedades el dar pecho a los infantes es mal visto. Siendo descrito por muchas personas, como algo asqueroso, inmoral, exhibicionista y de mal gusto. Este tipo de opiniones condiciona a las madres que, sin conocer o medir las posibles consecuencias que este acto conlleva, deciden no seguir alimentándolo con su leche, lo que compromete seriamente a su salud y la del niño.
Los beneficios de la leche materna
La leche materna posee una gran gama de nutrientes que la hacen sumamente nutritiva y valiosa para la salud del bebé, y por cada 100 mililitros de leche, el bebé estará consumiendo:
280 calorías | Fosforo |
1.3 gramos de proteína | Vitamina A |
4.2 gramos de grasa | Vitamina C |
Hierro | Vitamina D |
Sodio | Vitamina E |
Calcio | Vitamina K |
Además, posee hormonas, enzimas y proteínas fundamentales para el desarrollo de su sistema inmunológico, de las que podemos destacar:
- Lactoferrina: una proteína que impide el crecimiento de bacterias que se alimentan del hierro en el tracto gastrointestinal.
- Inmunoglobulina A secretora: es un anticuerpo que se encuentra en muchas secreciones del cuerpo humano, como la saliva, lágrimas y la leche materna, y ayuda a combatir virus y bacterias como el E.Coli y algunos agentes que causan alergias.
- Lisozima: una enzima que también está presente en las secreciones y que ayuda a exterminar bacterias como el E.Coli y la Salmonela, además de que ayuda al crecimiento de la flora intestinal y tiene propiedades antiinflamatorias.
- Leucocitos: son células globulares que ayudan a combatir infecciones y que ayudan al infante a contraer menos virus y bacterias, a las cuales son muy propensos en sus primeros meses de vida.
Adicionalmente, investigaciones han concluido que muchas madres que dan pecho a sus bebés han mostrado una disminución en el dolor en sus pechos y una mayor facilidad para perder el peso generado durante el embarazo, además que el amamantar actúa como un anticonceptivo natural durante los primeros seis meses de la lactancia.
Amamantar versus no amamantar: Consecuencias
Privar al bebé de la leche materna antes de lo recomendado puede acarrear ciertas consecuencias tanto en el crecimiento del niño. Estudios han comprobado que la inhibición de la leche materna en el bebé puede crear riesgos de:
- Infección del tracto respiratorio inferior.
- Infecciones gastrointestinales.
- Enterocolitis necrosante.
- Síndrome de Muerte Súbita Infantil.
- Enfermedades metabólicas.
- Desarrollo neurológico ligeramente inferior.
- Mortalidad infantil.
Pero no solo el niño sufre las consecuencias de no amamantar. La madre, al no expulsar la leche debido al destete prematuro, por el hecho de que el bebé rechaza la leche o por decisión voluntaria de no darle pecho, se expone a los siguientes riesgos:
- Cáncer de ovarios.
- Cáncer de mama.
- Diabetes tipo II.
- Dolor en las mamas al no poder descargar la leche.
- Hipersensibilidad en la zona.
Darle exclusivamente leche materna al bebé más allá del sexto mes de vida también tiene consecuencias en el niño, ya que al no exponerlo a más tipos de nutrientes que se obtienen de otros alimentos como frutas, vegetales y cereales puede hacer que desarrollen enfermedades y condiciones como:
- Dermatitis atópica.
- Diabetes tipo I.
- Malnutrición.
- Intolerancia hacia ciertos alimentos o proteínas.
Por supuesto, también es perjudicial para la madre el basar la dieta de su hijo únicamente en leche materna por más de seis meses, debido a que esto causa poca ovulación, dificultad para perder el peso luego del parto, cansancio y fatiga crónica.
La respuesta
Amamantar a los bebés después del primer año no es malo, todo lo contrario: el darles el pecho beneficia su salud y desarrollo de maneras que sólo nos ofrece la leche materna, estimulando su crecimiento y sus defensas. Lo mejor que podría hacer una madre es continuar amamantándolos hasta lo que ella o el bebé consideren aceptable o necesario, por supuesto, después de cumplidos los primeros seis meses de vida. Por supuesto, no solo los beneficios pueden disfrutarse en la salud, puesto que el amamantar crea un vínculo emocional mucho más fuerte y estable entre madre e hijo, ofreciéndole el consuelo, tranquilidad y amor que el pequeño y madre necesitan, algo que es tan importante como su buena alimentación.